Profesor Jerôme Lejeune, catedrático de Genética de la Sorbona (París): «Desde el momento mismo de la fecundación, desde el instante en que a la célula femenina le llega toda la información que se contiene en el espermatozoide, existe un ser humano».
Consejo de Europa, Resolución n. 4376, Asamblea del 4-X-82: «La ciencia y el sentido común prueban que la vida humana comienza en el acto de la concepción y que, en este mismo momento, están presentes en potencia todas las propiedades biológicas y genéticas del ser humano».
Doctor Bernard Nathanson, antiguo abortista y actualmente médico pro-vida: «Con la ciencia en la mano, en la actualidad, no hay ninguna duda: cuando se permite el aborto se permite un acto de violencia mortal, un acto deliberado de destrucción y, por lo tanto, un crimen».
Doctor Lyley, conocido como el «padre de la Fetología»: «El embrión domina su medio ambiente y su destino. Se implanta con tal fuerza fisiológica que suspende la menstruación de su madre. Tam-bién resuelve, por sí solo, el problema del trasplante; una admirable proeza: convive dentro de su madre, aunque sean inmunológicamente incompatibles. Ninguno de los dos recibe del otro ni tejidos ni sangre; sin embargo, se toleran mutuamente en un ambiente de parabiosis. Finalmente, determina su nacimiento; pues, sin duda, el comienzo del parto lo decide el feto unilateralmente».
Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium vitae: «Aunque la presencia de un alma espiritual no puede deducirse de la observancia de ningún dato experimental, las mismas condiciones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen una indicación preciosa para discernir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana: ¿Cómo un individuo humano podría no ser persona humana?»
Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2270 y 2272: «La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de su concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre ellos, el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida. La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave, que la Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión»
lunes, 4 de mayo de 2009
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Hayyyyy que hermoso tema
ResponderEliminarel inicio de todo el proceso
yo creo que fue lo que nos incentivo a todas a seguir esta carrera muy bello y detallado.
Hermosisimo =D